Vida en Hobart

Esta entrada la escribo en un hostal de Hobart: The Pickled Frog (literalmente “la rana en vinagre”). Mientras busco una idea para empezar, la televisión acaba de recordarme el incendio que hubo ayer cerca de la capital.
Ayer y antes de ayer fueron dos días de calor muy intenso. Solo respirar el aire era desagradable, así que desde temprano me fui a la biblioteca, en donde pasé casi ¡nueve horas! Mientras estaba allí, se me empezaron a hinchar los pies hasta que me desaparecieron los tobillos. Decidí caminar un poco a ver si bajaba la hinchazón y salí a la calle: fuera el sol era de color naranja intenso y estaba cubierto de nubes grises. Hacía mucho calor: ¡41 grados! Entonces entendí lo de mis pies. Pero esta ha sido una excepción.

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Tasmania que te quiero Tasmania

Hoy se cumplen cuatro meses desde que Alexis y yo pisáramos suelo australiano por primera vez. Y hace unos días, cumplimos dos meses en Tasmania: una parte de ellos, trabajando en un hotel rural y, el resto del tiempo, viajando con Anne, la madre de Alexis, y Miss Cucaburra.

Ahora que Alexis y Anne están en Sydney y yo en este hostal transitado de camas desgastadas en pleno Hobart, solo puedo decir:

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Festivaliando

falls2Sirvan las imágenes para ilustrar lo que fue el Falls Festival 2012 de Marion Bay, Tasmania, que este año celebraba su décimo aniversario con una especie de carnaval simpático. ¡Vean qué modelitos se gastaba la gente! La verdad es que, quitando la experiencia del sushi, poco hay que contar. Música ñoña en general y  mucho pimpollo borracho a las seis de la tarde. Por no hablar de las insolaciones que se agarraron los asistentes. Daba penita ver aquellas pieles encarnadas, sancochadas y luego peladas. ¡Todavía me duelen loh ohoh de ver aquello! Y eso que se repartía crema solar gratuita. ¡El sol en Tasmania azotando las pieles de la Commonwealth, amigos! Por eso yo iba bien cubierta que si no, me habría pasado lo mismo.

¡Una de sushi con salsa wasabi!

hakuhoGracias a Chaxi y Jules, conseguimos trabajar en el famoso Falls Festival de Tasmania los días 29, 30 y 31 de diciembre: Scott, un amigo de ellos, tiene un bar de sushi en Hobart y su comida japonesa iba a venderse en el Falls.Curiosamente, mi trabajo como vendedora ha sido una de las experiencias laborales más gratificantes que he tenido nunca.

Allí trabajamos Alexis y yo, cada uno 10 horas en total, a cambio de la entrada gratuita al festival. Al principio tenía miedo de cagarla y confundir las monedas australianas y devolver más dinero del que me habían dado. Continue reading

Teddy y Manami

teddy-manamiLo más interesante de los viajes y la vida en general suele ser la gente. Bueno, y los perros y las gallinas y otros animales sociales también, pero hoy quiero centrarme en la gente que compartió casa con nosotros en Buckland: Teddy y Manami.

Teddy Lourenço.
Francés de origen portugués, Tedinho llegó a Brockley Estate a principios de diciembre y estuvo con nosotros hasta que nos fuimos. El muchacho nunca había cogido un avión antes de venir a Australia, así que ¡imagínense lo que debió de ser para él pasar veintidós horas seguidas volando! Por lo visto no soltó su mochila ni para ir al baño del miedo que tenía de que algún pasajero le robara el pasaporte. Continue reading

Paseando a Miss Cucaburra

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Miss Cucaburra

Veinte días después de llegar a Tasmania, Alexis y yo nos dimos cuenta de la necesidad de tener un medio de transporte válido. Enseguida supimos que no sería nada útil alquilar un burro o una alpaca, sobre todo porque todavía no se han construido los carriles-burro. Por no haber, tampoco hay carril-bici en la mayor parte de la isla, así que cuando vemos a algunos ciclistas en sus mallas de licra haciendo kilómetros como locos al borde de la carretera, nos llevamos las manos a la cabeza. Las carreteras tasmanas no son peligrosas de día, pero al atardecer, más vale no conducir. La cantidad de wallabies (pequeños canguros), equidnas, póssums y wombats que hemos visto muertos en medio de la pista es asombrosa. Y a estas alturas, ya hemos visto más animales aplastados en el asfalto que trotando por el bosque. El mayor problema es que muchos de ellos se han acostumbrado a comer carroña y ya pasan de la cacería, así que se alimentan de cadáveres de wallabies en medio de la carretera y mueren atropellados. Pues no, amigos. No es bueno conducir por la noche en Australia. Ni tampoco ser un marsupial. Continue reading

A Bullfrog le da igual (Bullfrog doesn’t give a damn)

A Bullfrog, el becerro canelo y blanco que veo desde mi ventana, le da igual lo que estoy escribiendo, quién soy o cómo me llamo. Bullfrog lleva más de media hora tumbado sobre la hierba, solo, rumiando. Y los estorninos del tejado de la cabaña en la que vivo, entran y salen y vuelan hasta él. Buscan comida y es posible que las moscas que persiguen a Bullfrog les sirvan de aperitivo.
Bullfrog tiene dos meses y es huérfano. Pasa los días en silencio, de la mañana a la noche. Y nunca se queja. Haga calor o frío.
Bullfrog rumia solo en Brockley Estate, Buckland, Tasmania. Entre la hierba, las arañas, las moscas, las serpientes y el jaleo de los pájaros, las cucaburras de risa contagiosa, los carneros, Greg el pastor de ovejas y sus perros. Pero a él le da igual, o parece no importarle. Al menos mientras pueda seguir pastando sobre la hierba, rumiando y rascándose la cabeza con un poste de madera. Como el becerro que es. Continue reading

Mad Max

Mad Max, the Road Warrior

Si quieren descubrir cómo será Australia tras el apocalipsis del próximo 21 de diciembre, vean la trilogía de Mad Max, un clásico de los buenos: Mad Max: Salvajes de autopista (1979), Mad Max 2: El guerrero de la carretera (1981) y Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno (1985). ¡Cuántas veces oí hablar de Mad Max a lo largo de los años y nunca tuve la curiosidad de verla! Pues este ha sido mi descubrimiento cinematográfico del año, y eso que las dos primeras partes son más viejas que yo.

La trilogía, del director australiano George Miller, se ambienta en el futuro y su protagonista es Max Rockatansky, interpretado por Mel Gibson, un actor que me cae mal, mal, mal. No sé por qué lo eligieron para el papel, será por su aspecto de guapete perdonavidas. Yo me habría inclinado más bien por el tasmano Errol Flynn, que además tocaba el piano mucho mejor. El problema es que en el momento del rodaje, el señor Flynn llevaba muerto veinte años y, aunque hubiera sobrevivido, habría tenido 70 tacos. No sé, pero a mí me da que no habría rockeado tanto en el papel de Rockatansky… Continue reading

Highway to Tas

Tasmania. Cuando escuchan este nombre, ¿qué imágenes les asaltan? Yo en lo primero que pienso es en demonios de Tasmania, colinas verdes, aire puro y Errol Flynn tocando el piano con su pene delante de Marilyn Monroe en una fiesta de Hollywood.

Hay quienes piensan que en esta isla al sur de Australia se habla swahili y está llena de negros. ¡Error! La confunden con Tanzania, país situado en la costa este de África Central. No, no, no. Aquí no se habla swahili, sino inglés, y la gente es más bien blancucha tirando a rosa. La crema solar conoce su época de esplendor en las farmacias y supermercados tasmanos: nuestras cabezas se pasean debajo de la capa de ozono y, aunque haga frío (Tasmania es el estado más frío de Australia), el sol castiga. Continue reading