Crónicas de Aotearoa: Auckland

Uno: Auckland

¡Tres semanas en Aotearoa! ¡Mi país soñado desde hace tantos años! Desde que Alexis y yo pusimos los pies en Nueva Zelanda hemos recorrido un montón de kilómetros y también hemos descubierto cosas fascinantes.

Les hago un ameno listado de nuestros días en Auckland:

* Los agentes de aduanas neozelandeses son muy amables y considerados, pero no se te ocurra venir con ningún alimento encima o te puede caer una multa de unos 500 dólares. En eso son estrictos. Hay una lista de productos que no se pueden traer, pero es tan larga y aburrida que no la voy a poner. A Alexis le registraron las botas de montaña porque traía tierra australiana pegada a las suelas y se las lavaron antes de que pasara la aduana.

* Los maoríes (polinesios que acabaron instalándose en la Isla del Norte hasta convertirse en los habitantes de Aotearoa) son gente enorme, de enormes bocas y ojos rasgados, narices redondas y cuerpos mastodónticos. Son gente bella e imponente, así que nunca me enemistaría con ninguno de ellos, ni hombres ni mujeres (¡ni niños!)

* Auckland no es la capital de Nueva Zelanda pero casi. Es muy cosmopolita, un maravilloso crisol de culturas en plena ebullición. Los primeros diez días en Auckland los pasamos en el barrio de Papatoetoe, en el área de Manukau, en donde convive cantidad de gente de toda la Polinesia, de esas islas perdidas del Pacífico que casi nadie conoce. ¡De ahí!

* La ciudad de Auckland está rodeada de cráteres y volcanes. Alexis y yo visitamos dos: One Tree Hill y Mangere Mountain.

* La capital de Nueva Zelanda es Wellington.

* El nombre maorí de NZ es Aotearoa, que significa “la tierra de la gran nube blanca”.

* En Auckland, en el barrio de Papatoetoe, estuvimos ayudando diez días a una pareja de kiwis alemanes muy acogedores y simpáticos: Jutta y Rudi. Ella es psicóloga y él, entomólogo, o sea que es un experto en bichos (bueno, insectos). Los dos viven con dos gatos, dos gallinas y dos colmenas de abejas en una casa con un jardín sacado de un cuento de Roald Dahl. Allí nos dedicamos a limpiar la casa y el coche, poner orden en el garaje, lijar unas ventanas, quitar malas hierbas y comer cantidad de cosas ricas. Yo descubrí la “mantequilla de almendras”, que viene a ser una pasta de almendras y sal, y ya no puedo imaginar un desayuno sin ella. Eso y el muesli. ¡Qué gran invento!

* ¿Qué es un insecto? Son seres con seis patas y tres segmentos. En eso se diferencian mucho de las arañas, que tienen ocho patas y dos segmentos. Y de los humanos, con dos aburridas y míseras patas y ningún segmento.

Farewell Kookaburra!

El 19 de junio, hace hoy una semana, una pareja de franceses se llevó la que había sido nuestra furgoneta y hogar durante siete meses. ¡Siete meses con la cucaburra! Y cuando la vi partir sentí un alivio tremendo, como si me quitara un enorme peso de encima.
¡Adiós, Cucaburra! Ahora ya podíamos pensar en la siguiente etapa del viaje: Nueva Zelanda.

Australia Animalia

Podargo o "tawny frogmouth", pintura de Stephen Powell.

Podargo o “tawny frogmouth”, pintura de Stephen Powell.

Australia es más que un país de canguros. En nueve meses, hemos descubierto animales de todo tipo, desde bolitas peludas achuchables hasta insectos que meten miedo pero que en el fondo son tiernitos y por fuera crujientes. Si pudiéramos, nos llevaríamos a más de uno con nosotros de vuelta a Europa (especialmente al podargo o “Tawny frogmouth”, la criatura que más nos ha impresionado y que pueden ver en la imagen) pero con el tiempo y la observación, nos hemos dado cuenta de la barbaridad que esto supondría. Si no, piensen en el señor Conejo, ese mamífero saltarín y achuchable que trajeron los primeros colonos a Australia para sentirse como en la vieja Europa conejil. Pregúntenle al señor Conejo y sabrán por qué se castiga con multas de hasta 30.000 dólares australianos a aquel que todavía se atreva a tenerlos en su propiedad.
A continuación, algunos de los animales que hemos tenido la suerte de tropezarnos en vivo y directo (nos da mucha pena no haber visto nunca al ornitorrinco o al ave lira):

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Nueve

Hoy hace nueve meses que llegamos a Australia y hoy voy a parir lo que se ha venido gestando:
“Plaf!”, espetó el saco amniótico. Y ahí se rompió y entonces salió de mí un grito pelado:
“AOTEAROA!!!” Como una ola brutal estallando en pedazos transparentes al azotar un acantilado de roca negra. Y en ese momento, hoy, me di cuenta de que Alexis y yo habíamos rodado 10.000 km. en la Cucaburra y que ya estábamos con el tejemaneje de venderla. Hoy ya estamos poniendo el anuncio en Internet para que alguien nos la pague y se la lleve y así continúe con la lenta marcha ritual hacia todos esos rincones de la gran Australia que nunca veremos. Qué pena que no vayamos a ver Darwin, ni Broome, ni Perth. Qué pena que nos vayamos a perder la gran roca Uluru, la piedra ancestral. Ayers Rock. Qué pena y qué alegría, porque así respetaremos el más que profanado peñasco rojo que da de comer a los habitantes de Alice Springs. Ay, qué turístico se ha puesto todo, que no lo reconozco ni yo, que nunca estuve aquí, pero que lo imaginaba diferente. Sagrado. Y de sagrado poco va quedando en esta tierra, si acaso algunos benditos pares de ojos que todavía aciertan a verlo. A lo sagrado me refiero. Continue reading

De Alto Cedro voy para Macané

Sídney es una ciudad preciosa, pero hemos tenido que irnos. Después de cuatro semanas viviendo en el Lane Cove National Park decidimos escuchar el mensaje que nos enviaban los dioses: “¡búsquense otro camino, otro reto, otro lugar! ¡Blue Mountains Mountains Mountains Mountains…! Y así, escuchando el eco de los dioses, partimos a las Montañas Azules. Era 13 de abril, sábado por la tarde, y había una caravana de coches saliendo de Sídney, y una aún mayor entrando. No sabíamos por qué. Creíamos que todo el mundo había recibido el mismo mensaje místico de las montañas y que habría comenzado una lenta peregrinación de rodillas en nuestra dirección. Quizás fuera mejor así… Continue reading