28 dias de viaje submarino

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Hoy, dia 28 de febrero, se cumplen 28 dias desde mi ultimo “post” y lo celebro escribiendo uno nuevo.
Donde nos hemos metido en todo este tiempo es una pregunta que alguno ya se habra hecho… Pues la mayor parte del tiempo hemos estado en casa de Ostii, Daylesford, pintando su casa y ayudandolo a dejarla decente para cuando la venda en abril (porque ha decidido vender Salanya!).

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Oda a Salanya

Salanya es como lasaña pero al revés:
es de canguro, está riquita y huele a pies.
Es italiana y australiana
es lasaña internacional.
Con holandeses, españoles y franceses
Es sabrosa, poliédrica y multifuncional.
Con músicos, poetas, carpinteros,
pintores, abogados y camareros,
es la caña del hemisferio bajero.
En Salanya hay niños, mujeres y hombres,
seres hermafroditas y caracoles menonitas.
Y en menos que canta un parto
éste de aquí es el reparto: Continue reading

Cruzando el estrecho

Domingo 3 de febrero. 8.40 de la mañana. Se sueltan las amarras. El ferry empieza a moverse, oigo cadenas cayendo al mar, siento una vibración intensa. Nos deslizamos lentamente sobre el agua subidos a una enorme masa de metal llamada The Spirit of Tasmania. Me como una manzana. Me despido de Devonport, de los meses de noviembre, diciembre y enero, ¡adiós!, ¡adiós! No creo que vuelva más.

 

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El Hobbit

Esta entrada la escribo solo para decir que hace unos días hacía tanto calor por la noche (cuando empezaron los incendios alrededor de Hobart), que me fui al cine buscando un largometraje muy largo solo para disfrutar del aire acondicionado. Así que vi El Hobbit.

La cosa empezó mal desde la taquilla: ¡tuve que pagar 20 dólares! Eso son 16 euros. ¡Imagínense! Y todo porque la película estaba en 3D y te daban unas gafas para verle bien las verrugas a los enanos y los pies peludos de Bilbo Bolsón. Yo me había leído el libro con quince años y me había gustado mucho, pero ya no recordaba gran cosa. Y aquella noche me pareció un rollo soporífero. ¡No pude sentirme menos metida en la trama! ¡Ya estoy harta de ver películas de efectos especiales apabullantes y ninguna sustancia!Con El Hobbit me pasa como con la gran mayoría de los western o con muchas películas épicas: ¡me aburro! Y eso que me había gustado El Señor de los Anillos en su momento. Pero a estas alturas, ya en pleno siglo XXI, faltan personajes femeninos y sobra testosterona. Supongo que por eso Alien es una de mis películas favoritas. ¿Quién da el callo en todo momento y soporta el aliento del Alien en la nuca hasta el final? Una mujer: ¡la tenienta Ripley! Si Bilbo hubiera emprendido la aventura con su mujer, me habría gustado mucho más. Pero resulta que en El Hobbit nadie parece tener mujer y la única que aparece, es una elfa estreñida. Entonces ¿dónde están las enanas, las orcas, las trasgas, las trolls, las magas y las hobbits? ¿Se habrán aburrido de Tolkien y Peter Jackson, que ya chochea, y se habrán ido a vivir aventuras más interesantes?

 

Vida en Hobart

Esta entrada la escribo en un hostal de Hobart: The Pickled Frog (literalmente “la rana en vinagre”). Mientras busco una idea para empezar, la televisión acaba de recordarme el incendio que hubo ayer cerca de la capital.
Ayer y antes de ayer fueron dos días de calor muy intenso. Solo respirar el aire era desagradable, así que desde temprano me fui a la biblioteca, en donde pasé casi ¡nueve horas! Mientras estaba allí, se me empezaron a hinchar los pies hasta que me desaparecieron los tobillos. Decidí caminar un poco a ver si bajaba la hinchazón y salí a la calle: fuera el sol era de color naranja intenso y estaba cubierto de nubes grises. Hacía mucho calor: ¡41 grados! Entonces entendí lo de mis pies. Pero esta ha sido una excepción.

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Tasmania que te quiero Tasmania

Hoy se cumplen cuatro meses desde que Alexis y yo pisáramos suelo australiano por primera vez. Y hace unos días, cumplimos dos meses en Tasmania: una parte de ellos, trabajando en un hotel rural y, el resto del tiempo, viajando con Anne, la madre de Alexis, y Miss Cucaburra.

Ahora que Alexis y Anne están en Sydney y yo en este hostal transitado de camas desgastadas en pleno Hobart, solo puedo decir:

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Festivaliando

falls2Sirvan las imágenes para ilustrar lo que fue el Falls Festival 2012 de Marion Bay, Tasmania, que este año celebraba su décimo aniversario con una especie de carnaval simpático. ¡Vean qué modelitos se gastaba la gente! La verdad es que, quitando la experiencia del sushi, poco hay que contar. Música ñoña en general y  mucho pimpollo borracho a las seis de la tarde. Por no hablar de las insolaciones que se agarraron los asistentes. Daba penita ver aquellas pieles encarnadas, sancochadas y luego peladas. ¡Todavía me duelen loh ohoh de ver aquello! Y eso que se repartía crema solar gratuita. ¡El sol en Tasmania azotando las pieles de la Commonwealth, amigos! Por eso yo iba bien cubierta que si no, me habría pasado lo mismo.

¡Una de sushi con salsa wasabi!

hakuhoGracias a Chaxi y Jules, conseguimos trabajar en el famoso Falls Festival de Tasmania los días 29, 30 y 31 de diciembre: Scott, un amigo de ellos, tiene un bar de sushi en Hobart y su comida japonesa iba a venderse en el Falls.Curiosamente, mi trabajo como vendedora ha sido una de las experiencias laborales más gratificantes que he tenido nunca.

Allí trabajamos Alexis y yo, cada uno 10 horas en total, a cambio de la entrada gratuita al festival. Al principio tenía miedo de cagarla y confundir las monedas australianas y devolver más dinero del que me habían dado. Continue reading

Teddy y Manami

teddy-manamiLo más interesante de los viajes y la vida en general suele ser la gente. Bueno, y los perros y las gallinas y otros animales sociales también, pero hoy quiero centrarme en la gente que compartió casa con nosotros en Buckland: Teddy y Manami.

Teddy Lourenço.
Francés de origen portugués, Tedinho llegó a Brockley Estate a principios de diciembre y estuvo con nosotros hasta que nos fuimos. El muchacho nunca había cogido un avión antes de venir a Australia, así que ¡imagínense lo que debió de ser para él pasar veintidós horas seguidas volando! Por lo visto no soltó su mochila ni para ir al baño del miedo que tenía de que algún pasajero le robara el pasaporte. Continue reading