Después de dos semanas en Bruthen, East Gippsland, mañana diremos adiós a Clare, Nick, Eldon y Elouise. Durante este tiempo, vivimos en la casa de Clare y Nick, una encantadora pareja formada por una profesora y un músico, y dormimos en una acogedora caravana decorada al estilo de los ’70. El primer fin de semana, ayudamos en la casa de un vecino de Bruthen a construir una pequeña sala de conciertos en forma de cúpula. Los siguientes días los dedicamos al magnífico jardín de Clare y Nick: acolchamos el suelo con paja alrededor de unos árboles frutales para que estos mantuvieran la humedad, Alexis cortó el césped, instaló la valla de lo que un día será un gallinero y yo planté helechos aquí y allá y fregué un montón de loza. También cuidé a Loulou, jugué con sus muñecos, la paseé por el “bush” (bosque australiano) en un carrito, le di de comer y, si llego a producir leche, también le habría dado de mamar. ¡Ay, Lou, ese huracán en forma de niña de dos años y medio! Es posible que todos los niños de menos de tres años sean así, pero para mí ha sido el primer contacto con un ser de esa especie y me ha dejado chocha. Seguro que mañana ya la echaré de menos en el tren de vuelta a Melbourne.
Durante estas dos semanas, también hemos tenido tiempo de ir al minúsculo mercadillo del minúsculo pueblo de Bruthen, una aldea de apenas 700 habitantes situada a orillas del río Tambo, en la región de Gippsland. El pueblo abrió su actual oficina de correos en 1862 para que los primeros colonos enviaran postalicas monas y fotos tomando el sol a la orilla del río a sus pobres parientes europeos. En 1872, se inauguró la escuela de Bruthen. Los niños bruthenianos ya podían holgazanear y hacer pellas (no de gofio, sino las otras, más divertidas). En el cementerio, las tumbas se agrupan en secciones: la Católica, la Presbiteriana, la Congregacional, la de la Iglesia de Inglaterra y la Aborigen. De momento, no sabemos si esto sucede en toda Australia, pero la clasificación nos dejó anonadados. Yo me imagino que así, los muertos que salen a tomar el fresco en las noches de luna llena, lo tienen más fácil para encontrar a sus amistades y jugar al dominó. Por todos es sabido que los zombis ven muy mal y se reconocen entre ellos olfateándose la glándula de la clase social o cantando el himno de la parroquia a la que acudieron en vida.
Fuera de Bruthen, también hemos estado de compras en la pequeña ciudad de Bairnsdale. Lo único destacable de esta ciudad es su iglesia católica, la St. Mary’s Catholic Church, una de las más bellas del país, pero esto no lo pudimos comprobar por nosotros mismos. El resto de la ciudad es bastante feucha.
Una noche, fuimos con Clare y Nick a la fiesta de cumpleaños de una amiga que celebraba sus 50 años en la Tambo Upper Primary School. Ahí estudió Eldon, el hijo de Clare. Ahora Eldon tiene 15 años y, aunque apenas se le ven las patillas porque pasa los días en el instituto y las noches en su cuarto, es el ejemplar de adolescente más agradable con el que me he tropezado en un año. ¡Ya es decir! Volviendo a la fiesta de cumpleaños, hay que destacar que fue muy divertido hablar solo con gente de la comarca porque Alexis y yo, junto con una pareja de escandinavos, éramos los únicos forasteros y causamos sensación. El cumpleaños lo amenizó el grupo The Uncles, con el que estuvimos bailando hasta las 12 de la noche (esta gente se recoge pronto).
Aunque, sin duda, una de las excursiones más impresionantes fue la que hicimos a las playas del Cape Conran Coastal Park con Clare y Elouise. Allí pudimos ver todo tipo de bichos marinos curiosos, desde estrellas de mar hasta huevos de tiburón, pasando por ¡ballenas!, aunque éstas muy de lejos.
Dos días después, fuimos a ver pelícanos a la pija localidad de Metung, pegada a los inmensos lagos de la región de Gippsland. Y ayer, como colofón, Clare y Nick nos llevaron a cenar a casa de unos amigos en Raymond Island, al lado de la ciudad de Paynesville. Éste ha sido el lugar más impresionante que Alexis y yo hemos visto hasta el momento: una islita de 6 km. a la que solo se puede acceder en un ferry. Raymond Island cuenta con una importante reserva de koalas (introducidos en 1953) y canguros, además de miles de bichos de los que nunca se habla por no ser tan monos. Allí cenamos con una pareja formada por una alemana y un cocinero australiano que nos conquistó con su guiso de cordero y su tarta de plátano. Imaginen una casa en medio de un prado repleto de canguros, muy cerca de un inmenso lago, rodeada de eucaliptos y algún ocasional koala comiéndose sus hojas. Imaginen un precioso atardecer de matices rojos, naranja y salmón, cacatúas volando y una nube de mosquitos mendigando sangre fresca. Bienvenidos a Raymond Island.
Todo esto sucedió estas dos últimas semanas en Bruthen y hoy hasta me sobra tiempo para celebrar mi cumpleaños con ellos: ¡30 años el 30 de octubre!
En mi memoria quedará la simpatía de Clare y Nick, la energía de Loulou, la amabilidad de Eldon y las afiladas garras de su gata Pixel. Y sin duda echaremos de menos los platos de Clare y las “jam sessions” de los jueves en el viejo vagón de tren que Nick utiliza como estudio musical.
A modo de despedida, no encuentro nada más apropiado que un vídeo de un concierto de The Nudgels, el grupo de Nick, bajista. En este caso, el escenario es un cobertizo flotante en el que The Nugels dieron lo mejor de sí en la ciudad de Paynesville mientras viajaban por los Gippsland Lakes.
Get it!
Estimadísima perronia mía, que lejitos estás y qué presente te tengo! Una pena que en un día tan señalado como hoy no pueda felicitatre y darte un achuchón como el que quisiera. Vaya si es fecha señalada!!! 30 añacos y veo que estás dándo todo el rock ‘n’roll que puedes en ese continente mentolado. Espero que pronto tengas una dirección fija, más que nada para hacerte un equeño envío cumpleañil… Que sepas que me han llegado tus postales, la del cumple el 16, el lunes la de Merbourne y hoy, con mucho agrado y emoción, he abierto un paquete con Little Misses, una agendita y chai (que probé al instante y me ha encantado).
Tus post son inspiradores, veo que estás extrayéndole el meollo a la vida y aprovechando el momento (ya sabes, el famoso dicho alemán “carpe diem” X’DDD) En tus 30 primaveras estás mejor que nunca! Haciendo lo que te viene en gana, bien acompañada y sin truchers-travelos de barrio dando por saco. MUCHÍSIMA FELICIDADES!!!!
¡¡Muchas gracias por las felicidades y por el precioso mensaje!! Muy emocionante, Paca!! Y sí, así sí que da gusto cumplir 30 años: sin mariposones poligoneros a mis alrededores dando gritos y haciendo bailecitos de barra americana. ¡Solo cucaburras, eucaliptos y mucha paz! Besotes!!!
Amiga!!! No sé muy bien en qué zona te estás moviendo ahora, sólo espero que la tormenta tornadil no te haya afectado. Cuéntame cómo les va, please.
Besitos!! :*****
Hola Mónica!!
Últimamente no he escrito nada porque casi no he tenido tiempo para dedicar al blog. Como verás por las últimas fotos, estamos en Tasmania, así que no hemos tenido tormenta tropical. Eso se lo dejamos a los estados del norte de Australia, que es donde pasan esas cosas. Pronto escribiré sobre Tasmania, que es una pedazo de isla verde, preciosa, llena de colinas y bosques. Hace poco alguien me preguntó si estaba en África porque confundió Tasmania con Tanzania. Nada que ver!! En Tasmania puede llegar a hacer mucho frío, pero estamos en primavera y el tiempo no es muy malo. Y qué paisajes, amiga!! Espero que estés bien. Ya me contarás.
Besos y saludos a Patrick y a tu hermana!