Crónicas de Aotearoa: De Omarama a Dunedin

Siete: De Omarama a Dunedin.

En el camino que lleva de Omarama a Dunedin, tuvimos la oportunidad de tropezarnos con auténticas esculturas naturales, enormes trozos de tierra, arena y roca esculpidos por el paso del tiempo. Unos eran las Elephant Rocks, rocas mastodónticas con forma de elefante o de bestia rara llena de patas y protuberancias en medio de un prado antes cubierto por el mar.
Los otros eran los llamados Moeraki Boulders, unos boliches (o canicas) gigantescos que yacen a sus suerte en la orilla de una playa del este de Nueva Zelanda, mirando al mar, quizás esperando al niño gigante hijo de un gigante que se entretiene jugando con ellos de vez en cuando. Entre tanto, el mar los va despedazando muy despacio, tan despacio que un ojo humano no lo percibirá jamás.

Hasta hace poco me habría gustado explicar el fenómeno geológico de estos bellos monstruos naturales, pero ahora me contento con recordar su imagen y lo bien que lo pasé paseando entre ellos.

Leave a Comment