
Un conejo que pasaba por ahí…
A los primeros colonos les pareció una buena idea traer a este simpático y peludo animalillo a Australia para pasar los ratos de ocio corriendo detrás de ellos pegándoles tiros (es lo que ahora se conoce como “caza deportiva”). Pero desde el siglo 19, cuando a un granjero se le ocurrió dejar a veinticuatro en libertad para cazarlos (qué ironía!), son una auténtica plaga de billones de ejemplares. Ya saben que los conejos son célebres por sus cualidades reproductoras. A estas alturas, el conejo es un mamífero australiano más, pero sigue siendo una especie invasora glotona que ha erosionado una buena parte del suelo del país. Un desastre ecológico, vaya. En 1907 se llegó a construir en el oeste de Australia una valla de más de 1000 kilómetros para evitar que los conejos llegaran tan lejos. No funcionó. También se probó a exterminarlos en 1950 inoculándoles el virus de la mixomatosis (importado desde Sudamérica con ese fin). Esta medida tuvo un cierto éxito al principio pero a pesar de todo, aquí los tenemos todavía, y la mayoría de ellos son ahora inmunes al virus.
Alexis y yo hemos visto muchos y, cuando no los vemos a ellos, vemos sus cacas omnipresentes. Lo curioso es que nadie parece haber oído hablar del “conejo en salmorejo” en este país porque casi nadie se los come. Tampoco he visto carne de conejo a la venta en los mercados. Y he llegado a escuchar a un australiano decir que si comes demasiados, puedes morir (¿?)