Sábado noche. BLACK SABBATH. Qué mejor grupo que este para poner banda sonora a mi año sabático. ¡Black Sabbath! Nunca creí que fuera a tener la suerte de ver a uno de mis grupos favoritos en vivo y en directo. Pero sucedió. Un sábado 27 de abril en Sydney, Australia. ¡Y qué concierto!
Leyendo algunas crónicas de fans australianos, me di cuenta de que más de uno puso pegas a tan tremenda noche, pero claro, hay fans muy coñazo que nunca estarán satisfechos porque se fijan en todos los detallitos sin importancia. Y luego están los seguidores agradecidos que disfrutan de cada segundo como si fuera el primero y el último, porque nunca se sabe cuándo volveremos a ver a esta legendaria banda en directo. Quizás una vez o puede que nunca más, así que el sábado pasado, con una migraña del copón, me presenté con Alexis en el Allphones Arena de Sydney y durante dos mágicas horas, olvidé mi dolor de cabeza, las náuseas y los latidos que me oprimían el ojo derecho. Durante ese tiempo canté, grité, salté, bailé, sudé, silbé y casi lloré de alegría. Casi toda la formación clásica de los Sabbath estaba ahí, al completo: Ozzy Osbourne, Tommy Iommi y Geezer Butler. Sólo faltó Bill Ward, quien decidió retirarse del grupo en 2012 por cuestiones de dinero al parecer, y que fue reemplazado por el batería Tommy Clufetos. Yo ya había visto a Ozzy Osbourne y Clufetos en el glorioso festival francés Hellfest en 2011 y me había quedado con ganas de más, así que cuando me enteré de que los Sabbath venían a Australia, no tardé en hacerme con las entradas. Lo que se vivió allí el sábado pásado, lo relato a continuación no como crítica musical, sino como fan totalmente cegada por la emoción y la felicidad, por lo que seré parcial, muy parcial. A quién le importa además, si casi todos los que lean esta crónica nunca habrán oído hablar del siniestro grupo de heavy metal nacido en Birmingham, England, en 1968. Pues lo dicho: era sábado 27 de abril y Alexis y yo nos habíamos vestido elegantes para la ocasión. Después de una larga peregrinación por los transportes públicos de Sydney, llegamos puntuales a la maléfica cita (porque El Mal es puntual, o qué se creían) en el Parque Olímpico de Sydney. La cola era larga, interminable, y el protocolo riguroso. Pero la espera mereció la pena: cuando entramos en el estadio, los solos de guitarra y las hordas de gente oscura, tatuada y maquillada de todas las edades, sexos y colores nos acompañaban. Puede que Alexis y yo desentonáramos un poco, pero podemos asegurar que, pese a no lucir piercings ni tatuajes, la música la disfrutamos igual que los demás, ¡o más aún! La velada empezó a las 7:30 con un grupo del que nunca había oído hablar: Shihad. Al parecer eran gente conocida, porque muchos de los allí presentes se sabían las letras y disfrutaban de las canciones. Alexis y yo, sin embargo, nos quedamos indiferentes. El estilo de Shihad no tiene nada que ver con Black Sabbath, más bien nos pareció una banda para skaters granudos de 14 años. Eso sí, los muchachos le pusieron ganas y entusiasmo. Luego supimos que eran neo-zelandeses y que algo tendrían que nosotros no supimos apreciar. Por suerte, no fueron pesados y sólo tocaron media hora. Nosotros lo agradecimos. Después de Shihad, sólo faltaba esperar al Príncipe de la Oscuridad y su séquito, espera que no se hizo nada pesada pues empezaron ¡diez minutos antes de lo previsto! En ese momento, estábamos en primera fila, pero el sonido era tan atronador que nos retiramos considerablemente del escenario. ¡Somos demasiado jóvenes para perder el oído!
La intro de War Pigs anunciaba una prometedora noche mientras se levantaba el negro telón que separaba a Black Sabbath del público. ¡Qué buena forma de empezar! Las imágenes de la guerra del Vietnam se sucedían en las pantallas gigantes del escenario y Ozzy cantaba las míticas letras: Generals gathered in their masses / Just like witches at black masses. En ese momento, el estadio se volvió loco. Y era de esperar: esta es la primera gira de Black Sabbath en suelo australiano tras 40 años de ausencia.
Después de semejante comienzo, siguieron Into the Void, Under the Sun, una magnífica Snowblind, Electric Funeral (aquí Ozzy empezó desafinando pero no nos importó) y después, ladies and gentlemen, Black Sabbath, la primerísima canción de su primer álbum. ¡Y de qué manera! Con el sonido de la lluvia, las campanadas, los truenos, las imágenes de lápidas, muertos vivientes y demás parafernalia satánica. Black Sabbath en todo su esplendor, con un Ozzy exquisito, un Tommy Iommi brillante y un Geeze Butler impecable. En cuanto a Tommy Clufetos, dio lo mejor de sí. No sé cómo lo habría hecho Bill Ward, pero el actual batería no defraudó. Después de subyugarnos a todos a base de magníficos riffs, solos de guitarra y bajo, después de cantar todos al unísono What is this that stands before me? invocando a Lucifer, seguimos con las grandes Behind the Wall of Sleep y N.I.B. Tras esta última, el grupo presentó una canción de su nuevo álbum 13, titulada The End of the Beginning. A mí me convenció desde el principio: oscura, lenta, heavy, ¡puro y clásico Black Sabbath! Y después, como un hechizo infalible, llegó una de mis canciones preferidas de la banda: Fairies Wear Boots. En este momento, casi lloré de alegría. Detrás de ésta llegó la magnífica Symptom of the Universe, aunque sólo la parte instrumental que nos dejó con la miel en lo labios y, acto seguido, el único momento que habría eliminado de la noche: el inevitable y pesado sólo de batería. A Clufetos le quedó lindísimo lo del bombo y el platillo y se consolidó frente a la ávida audiencia australiana. A mí me tocó los tímpanos… Y ya para terminar, una lluvia de grandes temas de hoy y de siempre: la archiconocida Iron Man seguida de una nueva canción más que aceptable, God is Dead?, y dos guindas: Dirty Women y la magistral y rotunda Children of the Grave, otra de mis grandes favoritas de los Sabbath.
Como colofón, el grupo no se hizo de rogar y tocó, tras una breve pausa, la más famosa de sus canciones: Paranoid. Posiblemente pequé de inocente, pero pensé que detrás de ésta llegaría un aluvión de bises que se estiraría una buena media hora. ¡Qué ilusa fui! A pesar de que las luces se encendieron y el público empezó a salir del estadio, me quedé esperando más, pensando: Is this the end of the beginning or the beginning of the end? Pero no, that was the end, my friend!
Qué afortunados los que podrán verlos hoy 29 de abril y pasado mañana 1 de mayo de 2013, en Melbourne city, en donde en el momento en que escribo estas líneas cegada por la emoción, el Madman Ozzy debe de estar gritando a la audiencia cosas como “cuckoo!” y “I can’t fucking hear you!” a golpe de cubo de agua y risa malévola.
Long live Black Sabbath!
Que envidia!!! Hay que reconocer que ozzy esta en mejor frma que hace unos años. Saludos tía Elisa
Pues sí que está en forma. De vez en cuando se le escapa algún gallo que otro, pero da gusto verlo! Saludos sobrino Juba!
Yeeeah, ese es el tipo de actitud con la que se va a un concierto, no a ver si el equipo de sonido funciona o si hay acoples o la acustica es un desastre. A sentir el rock, a vivirlo como tu haces. Envidia de la sana, vaya nivelaco!!!!! XOXO
Oh, yeah! \m/ \m/