Esta entrada la escribo en un hostal de Hobart: The Pickled Frog (literalmente “la rana en vinagre”). Mientras busco una idea para empezar, la televisión acaba de recordarme el incendio que hubo ayer cerca de la capital.
Ayer y antes de ayer fueron dos días de calor muy intenso. Solo respirar el aire era desagradable, así que desde temprano me fui a la biblioteca, en donde pasé casi ¡nueve horas! Mientras estaba allí, se me empezaron a hinchar los pies hasta que me desaparecieron los tobillos. Decidí caminar un poco a ver si bajaba la hinchazón y salí a la calle: fuera el sol era de color naranja intenso y estaba cubierto de nubes grises. Hacía mucho calor: ¡41 grados! Entonces entendí lo de mis pies. Pero esta ha sido una excepción.
El verano en Tasmania ha sido muy frío y varias veces me he preguntado qué se me ha perdido aquí. Las últimas tres semanas, después de despedirnos de Chaxi, Julian y Buckland el 19 de diciembre, Alexis, su madre y yo las hemos pasado recorriendo la isla con Miss Cucaburra. ¡Y qué frío ha hecho! La noche del 24 de diciembre, mientras preparábamos la cena en un cámping al pie de la montaña, ¡nevó! La nevada duró apenas cinco minutos, pero el frío duró toda la noche y parte del día siguiente.
Ahora, en la tele, sale Rafael Nadal jugando un partido de tenis en Melbourne. Será muy bueno en lo suyo, pero es sosooooooooooo. Y creo que acaba de perder. Lo que me recuerda el título de esta entrada: “Tasmania y el jamón ibérico de bellota”. A Tasmania le falta calor, le falta gracia y le falta salero. Y en cuanto hace un poco de sol, ¡el bosque se pega fuego y se propaga por todas partes!, como ahora, que hay alerta de incendio en el este y sur de la isla y cuarenta focos sin extinguir aquí y allá.
Cuando no hay incendios (“bushfires” como los llaman los oriundos), Tasmania es verde, majestuosa, salavaje, preciosa, y tiene una flora, una fauna y una miel, que ya quisieran otros países para sí. Pero lo que le falta, aparte del jamón ibérico de bellota, es vidilla. ¿Cómo es posible que todos los comercios de Hobart, la capital de Tasmania, cierren a partir de las 5 de la tarde? Y a partir de esa hora, ¡no se ve ni un alma por la calle! Me pregunto qué harán los tasmanos en sus casas. Quizás jueguen al Scrabble o al crícket o se dediquen a coleccionar sellos. O como yo, estén sentados en un sofá de skay, pegados a la tele mientras escriben chorradas en sus blogs. O como es verano y estamos en la época de cría, quizás estén poniendo huevos e incubándolos, algo que lleva mucho tiempo y dedicación.