Teddy y Manami

teddy-manamiLo más interesante de los viajes y la vida en general suele ser la gente. Bueno, y los perros y las gallinas y otros animales sociales también, pero hoy quiero centrarme en la gente que compartió casa con nosotros en Buckland: Teddy y Manami.

Teddy Lourenço.
Francés de origen portugués, Tedinho llegó a Brockley Estate a principios de diciembre y estuvo con nosotros hasta que nos fuimos. El muchacho nunca había cogido un avión antes de venir a Australia, así que ¡imagínense lo que debió de ser para él pasar veintidós horas seguidas volando! Por lo visto no soltó su mochila ni para ir al baño del miedo que tenía de que algún pasajero le robara el pasaporte. Después de aterrizar en Sydney, se fue a Queensland a trabajar en una cooperativa de mangos y a partir de ahí, no ha parado de probar cosas nuevas: comer mangos, atravesar el desierto australiano en una furgoneta, saltar en paracaídas, hacer puénting, bucear en un acuario lleno de tiburones y además, ahora come verdura, cosa que no hacía en Francia. Todo esto sin perder su buen humor. Y por si fuera poco, ya en Buckland aprendió a hablar el lenguaje de los pavos y se comunicaba con ellos mucho mejor que yo. Luego mató a un par y se convirtió en un experto desplumador. También consiguió lo que nunca conseguimos Alexis y yo mientras estuvimos en Buckland: ¡ver a un ornitorrinco en el río! Este mes volverá a Francia para preparar su próximo viaje: esta vez a Suramérica. Él ha sido uno de los mejores compañeros de piso que he tenido. Saúde, o Teddy!

Manami.
Esta chica japonesa llegó a Buckland tres días antes de que nos marcháramos Alexis y yo, pero era agradable al máximo, y de ella aprendí que el arroz se puede congelar. ¡Palabrita de Manami! Los japoneses de arroz saben mucho, así que si ella lo dice, es que es verdad. Así que dejen de tirar los restos de arroz a la basura con el pretexto de que se va a poner malo. ¡Métanlo en el congelador!

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