Veinte días después de llegar a Tasmania, Alexis y yo nos dimos cuenta de la necesidad de tener un medio de transporte válido. Enseguida supimos que no sería nada útil alquilar un burro o una alpaca, sobre todo porque todavía no se han construido los carriles-burro. Por no haber, tampoco hay carril-bici en la mayor parte de la isla, así que cuando vemos a algunos ciclistas en sus mallas de licra haciendo kilómetros como locos al borde de la carretera, nos llevamos las manos a la cabeza. Las carreteras tasmanas no son peligrosas de día, pero al atardecer, más vale no conducir. La cantidad de wallabies (pequeños canguros), equidnas, póssums y wombats que hemos visto muertos en medio de la pista es asombrosa. Y a estas alturas, ya hemos visto más animales aplastados en el asfalto que trotando por el bosque. El mayor problema es que muchos de ellos se han acostumbrado a comer carroña y ya pasan de la cacería, así que se alimentan de cadáveres de wallabies en medio de la carretera y mueren atropellados. Pues no, amigos. No es bueno conducir por la noche en Australia. Ni tampoco ser un marsupial.
Volviendo al tema principal, Alexis y yo sentíamos que si queríamos ver un poco de mundo, íbamos a tener que comprarnos una furgoneta. Chaxi y Julian insistieron mucho en esto (ellos hicieron lo mismo hace un par de años), y tenían razón. Así que a través de la página web australiana Gumtree, nos pusimos a mirar las carracas disponibles. Después de varias llamadas, dimos con Nickolas Nicolaou, el señor griego que nos vendió la furgoneta de un amigo suyo en Moonah, un barrio industrial a las afueras de Hobart. Al principio, Alexis y yo estábamos muy contentos con nuestra Mitsubishi Express del ‘93 y nos repetíamos todo el tiempo “¡qué chollo de furgoneta!” y empezamos a comprar lo necesario para hacerla habitable (Alexis demostró ser un manitas de pro al fabricar él solito la cama). Luego empezó a hacer ese ruido característico de correa rechinante al arrancarla y acabó riéndose como una cucaburra. ¡Miss Cucaburra había nacido! Hasta que un día, volviendo del centro comercial, al llegar a casa, la aparcamos y ya no quiso volver a rodar.
Greg, el granjero pastor de ovejas de Brockley Estate, se ofreció en seguida para ayudar. Él que apenas tiene idea de coches, pero qué más da, yo creo que se sentía como un niño jugando con sus Lego o sus Meccano, porque no dudó en prestarnos todas sus herramientas. Al poco, lo teníamos tumbado debajo del coche con las manos llenas de grasa negra, concentrado pero contento. Al parecer, a Miss Cucaburra le fallaba el embrague y había que comprarle uno nuevo. Y eso hicimos. Y Greg se lo colocó. Y Miss Cucaburra seguía sin arrancar. ¡Había que llevarla urgentemente a un mecánico! Y entonces sucedió algo milagroso: ¡Alexis la condujo durante más de 40 kilómetros sin embrague hasta el taller más cercano! ¡Qué máquina, el tío! Y lo que le fallaba venía a ser el “Master Cilinder”, que nunca supe lo que era, pero es un nombre con garra, casi podría ser el nombre de algún personaje malvado. Varios días y dólares después, Miss Cucaburra estaba lista para la aventura tasmana, aunque todavía haciendo su característico ruido de correa chirriante. Igualito que las cucaburras.
Qué pedazo de nombre más molón!!! Qué ojo tienes!!! Mucha suerte en la carretera 😀
Miss Kookaburra on the road! Gracias! Otro nombre muy molón es el que le dan a un pájaro de por aquí muy parecido a un cuervo: el Currawong.
Esta mañana temprano llevamos a Miss Cucaburra al taller y acaba de pasar la ITV. Ahora sí que sí!
OOOH yeaaaah!! Keep on rolling!!! Mucha suerte en la carretera, Elizard, Reina del Desierto!!
En España, aunque sea de segunda, tercera, cuarta o quinta mano te tiene que dar un año de garantía el anterior dueño. Nunca confiesa en un griego Elisa!!!
Pues en Tasmania las cosas no funcionan así: aquí no es obligatorio pasar la ITV (believe it or not, este es el único estado de Australia en donde puedes saltarte la ITV) Y believe it or not, el gremio griego en Australia es de confianza. Por lo visto, los griegos tienen fama de gente muy trabajadora y cumplidora. Nada que ver con los griegos griegos de Grecia Grecia!