Nuestra primera experiencia como trasquiladores de ovejas merinas incautas.
Ovejas esperando a que las esquilen en Brockley Estate, la granja de Jules y Chaxi
Oveja peluda
Oveja con cara de circunstancias
Pelando al rape
Hay que tener cuidado en ciertas zonas sensibles!
Ross en plena faena
En Brockley Estate hay dos esquiladores, un experto de la lana (David, de pelo blanco y gafas) y tres ayudantes
Tendiendo la lana
Esperando a clasificar la lana
David se encarga de clasificar la lana según su calidad
El olor de la lana es intenso y desprende una grasa llamada “lanolina”
Clasificando
Clasificando…
Más de lo mismo
…
Lana clasificada
Después de clasificar la lana, ésta se comprime con la ayuda de una máquina y se empaqueta para enviarla a la subasta. La lana en Australia no se compra directamente sino que se subasta
Preciosa lana
Lana desechada por estar llena mierda
Aparejos
Con esto se esquila
Nasía pa’ trasquilá
Cagándome de miedo…
Intentándolo…
La trasquiladora es pesada y cuesta manejarla
Mi oveja era novata y empezó a dar patadas para escapar
Yo también era novata
Mira qué bien me quedó
Ahora Alexis
Tres personas para una oveja (normalmente solo hace falta una, el esquilador, que trasquila una oveja por minuto aproximadamente)
Dale, Alexis!
Trasquilar no es tan fácil como parece
Las ovejas suelen dejarse sin problema
Tu turno…
Muy bien!
Aprobado!
Solo queda una hora! Los trasquiladores trabajan de 8 de la mañana a 6 de la tarde durante una semana haciendo dos pausas: una para el almuerzo y otra para el té. En una semana esquilaron 500 ovejas. En Brockley Estate hay 5000!
Ross, experto esquilador, vecino de Jules y Chaxi
Ovejas éticas, peléticas, pelempempéticas, peladas, peludas, pelempempudas…
Greg, el “farm manager” de Brockley Estate marcando a sus ovejas con pintura roja
Bravo, Eli. Supiste trasquilar a la oveja. Yo me suponía que te quedarías con lo de dentro y desecharias lo de fuera, pero no te equivocaste. Lo hiciste bien y la oveja quedó contenta, que es lo más importante.
Es que era una oveja merina y, como era española, entendí cómo se trasquilaba desde el primer momento. Al final me dijo “gracias” y todo. ¡Y con acento de Aragón!