Let’s talk about cricket.
Ostii nos llevó una tarde a Alexis y a mí a la casa de su amigo Alexis, es decir, un tocayo australiano del Alexis francés. Tanto nombre repetido me confundió. Y esa no sería la última confusión del día, término que como bien saben ustedes, fue inventado por Confucio, un chino japonés.
Alexis el australiano vive en una casita terrera en Daylesford, tiene dos hijas y es cocinero en un centro de yoga -también hotel- llamado Hepburn Retreat Centre. Allí da cursos de cocina vegetariana y prepara de comer a los clientes del hotel. En su casa, la cocina es el paraíso de los curiosos: cientos de frascos de especias y aceites de todo tipo se amontonan unos encima de otros en estanterías y en cajas. Y muchos libros, también de cocina. Uno de ellos está en griego, un libro de recetas que no puede entender a pesar de sus orígenes griegos. Alexis se ha especializado en raíces y sabe distinguir una gran cantidad de especies australianas. También las cocina y se las come. Sí, cuando alguien es vegano (sí, ¡vegano!), busca alternativas a la carne, el pescado, el huevo y la leche. Y, por increíble que parezca, ¡las encuentra!
Ahora hablemos de críquet.

Croquet
Después de recorrer la casa de Alexis el australiano, llegamos al patio trasero, “the perfect suburban garden”, como él mismo lo definió: una extensión relativamente larga de césped, aunque más bien estrecha y delimitada por vallas, con varios árboles y hierbas aromáticas aquí y allá. El “perfect suburban garden” era un terreno de juego. Allí había al menos dos o tres amigos más y varios niños. Y el juego era el críquet. Yo estaba muy contenta porque pensé que éste consistía en golpear bolas de hierro o, en su defecto lirones de bonitos colores, con el fin de hacerlas pasar a través de aros sirviéndose de un palo o un flamenco rosa. Lewis Carroll lo había descrito así en su Alicia y a mí me parecía un juego de lo más atractivo. Algo así como un minigolf de señoras con sombrero y una alternativa al té y las pastas. Sin embargo, lo que viví allí no tenía nada que ver. El críquet es un deporte de bate y pelota eminentemente masculino y sudoroso y se parece mucho al béisbol en sus extrañas reglas. Se enfrentan dos equipos de once jugadores cada uno y no se recita poesía del siglo XIX en el descanso.

Cricket
Lo que yo había imaginado no era otra cosa que el croquet, un pariente lejano del golf inventado por la nobleza de la Provenza francesa en el siglo XII, reinventado en Irlanda en el XIX y convertido poco después en un pasatiempo para la aristocracia de Inglaterra y del País de las Maravillas. A pesar de la confusión y el chasco posterior, Alexis y yo jugamos, bebimos sidra australiana y comprobamos cómo el deporte de bate y pelota puede llegar a ser divertido. Incluso el críquet.