Tenía que llegar. Ahora es el momento. No se debe escribir un blog sobre el país de Oz sin dedicarle un artículo a AC/DC, homenajear a Bon Scott y hablar de la canción “Highway to Hell”. Al menos, yo no puedo dejar de hacerlo, porque de no haber sido por los ornitorrincos, los diablos de Tasmania y AC/DC, no habría tenido el mismo interés por conocer este país.
Al llegar a Melbourne, esperaba encontrar referencias a AC/DC por todas partes: gente rockera de patillona y pelo en pecho, satanismo a tutiplén, canciones de AC/DC las 24 horas del día y mucho pecado. Al final, los melburnianos han convertido lo que podía haber sido un potente homenaje a AC/DC en una anécdota insípida: un callejón (¡ni siquiera una calle, cuando deberían tener una avenida con su nombre!) y un vino tinto. Qué decepción. Si al menos a estas alturas ya hubiera conocido a un ornitorrinco o a un demonio de Tasmania, otro gallo hubiera cantado. Pero no, mis queridos lectores, Australia me está decepcionando cosa fina: aquí la vida es muy cara, los platos no se aliñan con aceite sino con vinagre y la moda femenina, a la que dedicaré un extenso artículo, es espantosa. Si Bon Scott aún estuviera entre nosotros, se revolvería vivo en su tumba, ténganlo por seguro.
Este artículo pretendía ser un homenaje a AC/DC y a Bon Scott, pero en su lugar me ha salido un churro. Y además, feo. Lo único que puedo hacer para desfazer el entuerto, es presentar LA CANCIÓN.
Peludas y peludos, niñas y niños: “Highway to Hell”: